Si los detractores de Claudia Rivera Vivanco no consiguen esta semana frenar el inicio de su campaña política por la reelección, muy difícilmente lograrán dejarla fuera de la contienda electoral.
Los magistrados del Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP) ya resolvieron amonestarla por presunta promoción personalizada, uso indebido de recursos públicos, utilización de programas sociales, y por actos anticipados de precampaña y campaña derivados de la difusión de diversas publicaciones hechas dentro de sus perfiles de Facebook y Twitter, y dejar que sean otras las instancias que la sancionen.
Si estas instancias, entre las que figura el Instituto Electoral del Estado, la Auditoría Superior del Estado y el Congreso local —que no se han distinguido por su independencia e imparcialidad— deciden castigarla, condicionar su registro o no permitirle arrancar campaña el martes 4 de mayo, cuidado.
Si esto ocurriera, Claudia Rivera y los partidos que la apoyan —Morena y el PT— estarían en serios problemas y sus detractores, entre los que hay que contar en primerísimo lugar al gobernador Luis Miguel Barbosa presionarían para sustituirla, o harían que entrara tarde a la contienda de escasos 30 días.
La presidenta municipal estaría a dos fuegos: el interno, encabezado por el diputado Gabriel Biestro Medinilla y alentado en lo oscurito por el gobernador Barbosa, y el externo, representado por el ex alcalde panista Eduardo Rivera Pérez y los cinco partidos que respaldan su candidatura.
¿Quién apadrinó la candidatura de Saul Huerta?
El caso del diputado federal Benjamín Saúl Huerta Corona es ilustrativo de lo que ocurre en los procesos de selección de candidatos de Morena, y de la ausencia de controles y filtros en los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación, para prevenir y detectar a personajes que potencialmente pueden resultar problemáticos.
A estas alturas del proceso electoral resulta increíble que la dirigencia nacional de Morena siga sin explicar quiénes avalaron la reelección de Saúl Huerta como diputado federal en el distrito 11 con cabecera en el municipio de Puebla.
Su designación tuvo necesariamente que ser palomeada por el enlace del CEN y miembro de la Comisión Nacional de Elecciones, Carlos Alberto Evangelista; por el secretario general con funciones de presidente, Edgar Garmendia de los Santos; y por otros dos poblanos que se han encumbrado como legisladores de la 4T, el senador Alejandro Armenta Mier, y el diputado federal Ignacio Mier Velazco.
Este último, por cierto, mantiene una añeja relación con Saúl Huerta desde que ambos trabajaron juntos en el ayuntamiento de Puebla, uno como secretario general del presidente municipal Enrique Doger, y el otro como asesor del Catastro municipal.
¿Pero quién de ellos es el responsable de su malograda candidatura?
Otras dos instancias que también fallaron en investigar y documentar las conductas inapropiadas del legislador, pese a los antecedentes que ya existían en San Francisco Totimehuacan, antes de que nuevamente fuera postulado como candidato a diputado federal, son las secretarías de Gobernación del gobierno de la República y del gobierno del estado, o los equipos de inteligencia de ambas.
La verdad es que si las áreas de inteligencia tanto de la federación como del estado estuvieran más enfocadas en la previsión de riesgos y el combate a la delincuencia, más que en el espionaje y la intervención de comunicaciones privadas de sus críticos y adversarios políticos, quizás el registro de Saúl Huerta para un segundo periodo nunca se hubiera concretado, y el escándalo que hoy envuelve a Morena por las denuncias de acoso y abuso sexual de este legislador jamás se habrían presentado.
En la postulación de Saúl Huerta, Morena lleva la penitencia, pues aunque ya le quitó la candidatura y lo expulsó de sus filas, su nombre aparecerá en las boletas del distrito 11 de Puebla, ya que se tardó en hacer la sustitución y no consiguió que se presentará personalmente a ratificar su renuncia.
Y de eso se están colgando los dirigentes y candidatos de la coalición opositora Va por México para ganar las elecciones, al menos en los distritos locales y federales con cabecera en la capital del estado.
Ese es hasta el momento el asunto de más impacto y mayor relevancia en las campañas de Puebla, lo que refleja dos cosas: que el bloque opositor ha sido incapaz de articular una propuesta y discurso convincentes, y que los candidatos de la coalición Juntos Hacemos Historia creen que la figura y popularidad de López Obrador les alcanzará nuevamente para ganar las elecciones.
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