Las manos que distribuyen libelos por WhatsApp, que siembran preguntas que, sin efecto, buscan construir desprestigio, o que desde la mentira visceral tratan de enlodar, son tan obvias como cobardes.
Se trata del morenovallismo fascista y trasnochado, que quisiera envenenar la transición del Gobierno de Puebla.
En los últimos días, ha habido una campaña feroz, de abyecta dimensión, de ataques a personas que estarán en la próxima administración estatal.
Toman un dato y lo tergiversan; hacen de chismes connatos de información, o abiertamente mienten y hasta buscan extorsiones reales, virtuales y morales, pero han dejado ver sus manos.
Este martes, por ejemplo, quisieron sembrar, por al menos tercera vez, una pregunta cargada de juicios morales y mentiras, tan larga como absurda en la mañanera de Palacio Nacional, que lo único que logró fue ser ignorada y bateada. No hizo efecto, por la tremenda y evidente carga de mala leche.
En Puebla apenas un par la retomó y da la impresión de que lo hicieron por encargo.
Las indagatorias están en curso, sobre los intentos de extorsión y el pretendido daño moral, porque han cometido delitos configurables y comprobables.
No les ha importado a quién o a quiénes perjudican o buscan perjudicar.
También está muy claro que se trata de personas claramente ligadas con Marcelo García Almaguer, íntimo del fallecido exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
La mano más evidente fue de Erick Bortolotti, quien fue el encargado directo, desde su propio número, de distribuir libelos contra personajes que trabajan para la construcción del próximo gobierno del estado. Por cierto que este personaje anda ofreciendo sus servicios en los municipios, fiel a la enseñanza de su maestro.
El tema escalará a procesos serios e institucionales.
Hay también involucrados socios de ayer y hoy del régimen fascista, quienes están vinculados con periodistas en ejercicio, amanuenses, que se prestan a replicar sus difamaciones, a sabiendas de que mienten y hacen mal, o peor aún, creyendo ser reporteros y columnistas críticos. Eso es todavía más grave, porque se dejan utilizar con notable ingenuidad, la que les da su propia naturaleza de tan bajo nivel profesional.
Porque también están los amanuenses que toman dictado y ensucian a futuros funcionarios, sin mediar consulta ni cruce de fuentes. Son ruines.
Ellos y ellas cierran pinzas con lo más podrido y envenenado del morenovallismo.
Son tan evidentes, que hasta desde sus números personales, con su foto en el perfil del WhatsApp, se han dejado ver.
Son villanos de salón. Toreros de maqueta.
Pero los delitos, como la extorsión, son reales y penados.