Acoso sexual, abuso emocional, exigencia física al límite, así como un sobrenombre plagado de estereotipos, son los fantasmas que siguen el camino de la joven gimnasta con más medallas de oro ganadas en Juegos Olímpicos: 4 primeros lugares en Río.
Simone Biles es el reflejo de lo que una mujer afrodescendiente vive en un entorno donde demostrar que puede ser una figura que inspira a seguir sus pasos a las más pequeñas, se torna en un laberinto de presión, ansiedad y fortaleza por ser la única, de las 260 gimnastas que denunciaron por abusos sexuales a Larry Nassar, que sigue activa en la gimnasia.
Con un tatuaje que dice “y aun sí, me levanto” fragmento de un poema de Maya Angelou (poeta, activista por los derechos civiles en E.U.A) Biles ha demostrado que es una sobreviviente en todos los ámbitos de su vida tanto pública como privada.
Durante los Juegos Olímpicos de Tokio, Simone Biles tomó sin duda una decisión toral en su vida personal y de deportista de alto rendimiento: decidió su salud mental, antes que seguir forzando su cuerpo, su mente y su integridad.
Biles se ha convertido en un ícono que ha inspirado a que más niñas afrodescendientes decidan incursionar a la gimnasia rítmica, ha logrado sobrevivir a un depredador sexual y ser la voz de más de 200 mujeres que no pudieron seguir adelante en este deporte por las secuelas que el abuso sexual dejó en sus vidas.
De hecho, Biles declaró que durante el año de pandemia se enfrentó a insomnios severos, depresión y una presión extenuante por tener que cumplir las expectativas de sus entrenadores, seguidoras y patrocinadores. Presión que lleva en su cuerpo por dolores extremos de tobillos, rotura de ligamentos de rodilla y diversas lesiones.
Sin embargo, pocos y pocas conocen a fondo la vida de Biles, pero cuando priorizó su salud mental, las redes sociales fueron implacables con ella: mediocre, débil, llorona, entre otros adjetivos calificativos fueron vertidos en muchos espacios digitales, sociales y medios de comunicación.
Biles ha tenido que cargar con el precio de su excelente desempeño olímpico, con ser una figura pública y una referente. Sin contar con los estereotipos que han enmarcado su paso por la gimnasia olímpica.
¿Sería el mismo juicio de valor si un varón se hubiera retirado de una competencia Olímpica por las mismas razones que Biles?
O seguimos pensando que una enfermedad mental como la ansiedad es síntoma de debilidad y no la miramos como lo que es: una enfermedad que limita la vida, decisión y entorno de quien la padece.
Se requiere mucho valor siendo una figura pública en aceptar que se vive una enfermedad mental, la cual sigo siendo estigmatizada en nuestra sociedad. Pareciera que la verdad sigue siendo más castigada que la verdad.
Desde aquí, todo mi reconocimiento a quienes públicamente hablan de algo que debería ser responsabilidad del Estado: la salud mental de sus habitantes, en este caso de sus deportistas.
Así pues, Simone Biles que además rompió un récord por ganar 7 campeonatos del mundo, nos da una lección.
La debilidad sólo está en la ignorancia que rodea de prejuicios a una mujer sin conocer su historia, triunfos, batallas y victorias conquistadas.
Por más SIMONE BILES EN EL MUNDO