En el PAN poblano están cosechando hoy lo que sembraron sus líderes ayer de cara a la elección del pasado 2 de junio.
Comicios, hay que subrayarlo, en los que fueron arrollados y aplastados por Morena, la 4T y sus candidatos, particularmente por el hoy gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier, quien se convirtió en el abanderado más votado de la historia de Puebla.
Los panistas en el pecado llevan la penitencia, por lo que tampoco pueden decirse decepcionados y engañados.
Su nueva guerra, por la dirigencia estatal de su partido, es prácticamente un suicidio porque nada le garantiza a Acción Nacional su sobrevivencia en el futuro. En realidad, la disputa es por la franquicia y los recursos que les deja su marca.
Sin embargo, son los panistas y nadie más los responsables de que su partido esté hecho trizas, fragmentado, peleado y al borde del fracaso como fuerza política.
Hoy por hoy, nadie garantiza unidad y un proyecto de gobierno serio en el PAN.
Los actuales líderes, y la mayoría de los aspirantes a la dirigencia, no tienen calidad moral para exigir nada, mucho menos “unidad” si ellos mismos dinamitaron esa palabra y esa intención antes de las elecciones en las que los arrasaron.
Ni siquiera el payaso exedil de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatehui Percino, quien ahora se quiere vender como el redentor del PAN, podría recuperar la credibilidad de su partido ante los ciudadanos.
¿Cómo podría pedir el apoyo de los panistas alguien que le heredó el poder a su esposa?
Alguien que impuso a su pareja como sucesora de lo que cree es su reino.
¿De esa misma forma pretende rescatar al PAN?
¿O qué carajo ha hecho distinto Mundo Tlatehui del resto de los panistas?
Porque San Andrés lo ganó debido a que los cholultecas de la región no tenían otra opción mejor, y a que dicen que repartió sendos cañonazos económicos que nadie pudo rechazar.
Lamentablemente, el gobierno heredado por Mundo a su esposa, Guadalupe Cuautle Torres, lleva el estigma de tener nexos con el crimen organizado, pues los índices de inseguridad en la región están al alza.
Por algo rechazaron el apoyo de la Marina en la Secretaría de Seguridad propuesto por el gobernador electo Alejandro Armenta.
Los panistas están en un verdadero dilema, toda vez que tan solo en la visita que recientemente realizó a Puebla el candidato favorito a la dirigencia nacional de su partido, Jorge Romero Herrera, quedó en evidencia que su pleito interno sigue.
Y es que hubo pocos invitados al evento realizado en San Andrés Cholula, al que ni siquiera fue convocado Mundo Tlatehui, quien lo único que hace para llamar la atención es quejarse del método de elección del próximo dirigente en Puebla.
Sabe que está perdido y por ello se ha dedicado a generar la percepción de que él es el único panista que ganó la elección pasada en su municipio, y por ello le corresponde apropiarse del comité estatal de su partido.
Empero, a Mundo Tlatehui lo van a hacer pedazos en el consejo en el que se designe al sucesor de la aún presidenta Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, ya que no cuenta con el suficiente apoyo para salir avante en la designación.
A propósito, el proceso para definir al nuevo líder del PAN en Puebla será mediante la votación de los 100 integrantes del consejo estatal, y no como lo querían los detractores del ex edil capitalino, Eduardo Rivera Pérez, quien lleva mano en el proceso.
Otro dato interesante en todo esto es que la actual diputada federal panista, expresidenta del PAN en Puebla, Genoveva Huerta Villegas, tomó fuerza tras la visita de Jorge Romero, quien habría generado un nuevo pacto entre ella y Lalo.
Porque habrá que recordar que Genoveva es una de las operadoras en Puebla de Marko Cortés, actual líder nacional del PAN, y quien cuenta con el apoyo suficiente –en el consejo panista– que se requiere para lograr ganar la dirigencia.
Ya solo falta que se defina quién será la propuesta y el nuevo líder del PAN poblano, si Adán Domínguez Sánchez o Felipe Velázquez Gutiérrez.
Ya veremos lo que sucede, pues aún está Mario Riestra Piña, excandidato al Ayuntamiento de Puebla, quien arrastra en la espalda la derrota en las urnas del pasado 2 de junio.
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