De regreso, luego de la influenza…¡Gracias a Dios!
No es difícil entender por qué durante la reunión dominical de Gabinete, encabezada por el gobernador Alejandro Armenta Mier, estuvo presente la dirigente estatal del partido Morena, Olga Lucía Romero Garci-Crespo.
Es muy sencillo: las cosas no están saliendo como se debe en Morena.
Y es que la campaña de afiliación ha sido un verdadero fracaso y no cumple las metas trazadas, a pesar de que se ha invertido un monto importante de recursos para ello.
El responsable no es otro que César Addi Sánchez Salinas, quien no da una y quien no ha logrado meter en cintura a los mentados Coordinadores Operativos Territoriales distritales y municipales, quienes tienen la tarea de sumar afiliaciones.
Porque, insisto, por dinero no ha parado.
Sin embargo, lo realmente preocupante para el mandatario estatal es que en general Morena como partido no camina ni se mueve, ni para bien ni para mal, ya que es un partido estático al que hay que tomar de la mano para que reaccione.
Prueba de ello es que Olga Romero no habla con la prensa si nadie se lo sugiere, pues está más preocupada por cobrar su jugosa dieta y por colocar a su parentela en cargos partidistas o del gobierno, que por cuestiones relacionadas que afectan la administración.
Recientemente, la líder morenista fijó un par de pronunciamientos sobre los temas de ciberasedio y la recuperación del Museo Barroco solo porque sus superiores le pidieron que hiciera algo para fijar la postura de Morena, pero no por iniciativa propia.
A ello obedece que la dirigente morenista, sin ser parte del Gabinete del gobernador Armenta, haya estado en Casa Puebla en la reunión de evaluación, de donde, por cierto, salió para acompañar al mandatario a un encuentro con Luisa María Alcalde Luján, presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de su partido.
Lo cierto es que en Morena se requiere de un cambio radical de cara al 2027, porque de seguir las cosas como están todo se puede complicar, y dijeran “¿qué necesidad?”.
De hecho, alguien tiene que tomar las riendas de Morena, partido en Puebla que ha tenido la penosa necesidad de devolver parte del gasto mensual que el CEN envía para distintas actividades a su sede en Puebla.
Porque lo único que allí no falla es el pago y cobro de la nómina, donde hay muchos “colaboradores” que incluso nadie conoce.
Ojalá que la reunión dominical del Gabinete del gobernador Alejandro Armenta surta el efecto deseado entre sus funcionarios de primer nivel, quienes en su mayoría se niegan a aceptar entrevistas con la prensa por miedo a ser reprendidos.
Lo primero que tienen que hacer antes de pelearse en las redes, cosa que tampoco hacen por el mismo temor, es perderle el miedo a los periodistas, aprenderlos a tratar, a conocer y a manejar, porque no todos están cortados con la misma tijera.
Hay de todos los niveles, hay quienes dan una cara pero son otra cosa, quienes te dan la mano y esconden el puñal en la otra, quienes grillan y hablan mal de su gremio pero te saludan en la calle sin rubor alguno.
Hay quienes se venden como los próceres y redentores del periodismo pero te extorsionan, hay quienes te venden por un plato de lentejas, hay quienes le ponen precio a su dignidad y a su pluma.
Hay otros que se arrastran por dinero y poder, los que intercambian fama por dinero, o los que quieren oro por columnas o notas, aunque también los hay decentes, buenos periodistas que privilegian el orgullo antes que la cartera.
Eso sí, hay personajes –con pseudónimo– que creen que descubren el hilo negro y quieren cobrar como si fuesen el New York Times.
Y los menos, quienes anteponen la amistad, la sinceridad, la cordialidad y el buen trabajo antes que los convenios. Esos que no piden nada a cambio de una publicación o aclaración interesante.
Bien dicen, hay de todo en la viña del señor.
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