Lo primero que debió decirle Genoveva Huerta a Américo Zúñiga cuando platicaron el fin de semana fue que si sus partidos se aliaran en Puebla se les colaría de facto un enemigo en las pretensiones de conformar un auténtico bloque opositor.
Construir una alianza con el defecto entendido de la traición implicaría para el PAN, PRI y PRD aceptar al enemigo a sabiendas de que cosas malas podrían ocurrirles antes, durante y después de las elecciones del 2021.
La sinceridad de Genoveva bien pudo referenciar a Néstor Camarillo por las complicidades que trae con el grupo en el poder. Y anticipar que se verían en la forzosa necesidad de conformar dos alianzas: una de verdad y otra de mentiras.
En la de mentiras figurarían Camarillo, Genoveva y Carlos Martínez, y sería el rostro público de la alianza. Sería la carita feliz de la fotografía, de la rueda de prensa y de la arenga, de la sonrisa, del comercial, del spot y del discurso retórico y falso.
En la alianza de verdad, el corazón de la estrategia tendrían que ocultárselo a Camarillo, y sólo compartirlo Martínez Amador y Genoveva, porque el riesgo de que sus grandes secretos pudieran terminar en el escritorio más poderoso del estado sería bastante alto.
Américo Zúñiga es un político profesional, sus oídos seguramente escucharon lo que ya sabía, el “pero” de la desconfianza. La versión tropicalizada del enemigo en casa, el Caballo de Troya poblano, el Judas de aquí cerca.
El muro ideológico que a punto están de sortear las dirigencias nacionales de esos partidos políticos no tiene la misma altura que el de Puebla. Américo, Genoveva y Carlos Martínez deben tenerlo en claro, el muro aquí sería bastante alto y se llamaría Néstor Camarillo.
Un encuentro de impares fue el de Américo y Genoveva, el primero es delegado nacional del PRI y la segunda líder estatal del PAN. El entendimiento de por qué la panista no empezó con el jefe estatal del tricolor es evidente, puso las verdades sobre la mesa y lo hizo con el representante de Alejandro Moreno en Puebla.
¿Así o más desconfiada? Y sus razones le asisten. Ingenua sería abrirse por entero a un aliado de la administración en turno.
Acordar quiénes serán los candidatos de esa probable alianza del PAN, PRI y PRD y hasta dónde llegarían sus alcances son factores de discusión que podrían superarlos los tres institutos políticos, el de la desconfianza a Néstor les resultaría imposible.
La probabilidad de que los tres partidos vayan juntos en el 2021 es alta, tan alta como la maduración de las dos alianzas: la falsa y la verdadera, con la precaución de andarse con pies de plomo del lado priista.