Más de cien días han transcurrido desde que el nuevo gobierno estatal y municipal asumió la administración y las riendas del gobierno poblano. Se organizaron, incluso, sendos eventos multitudinarios y propagandísticos para difundir las primeras acciones de ambas gestiones.
La bandera del cambio es la que priva en los discursos y cada uno de los actos del nuevo gobierno. Aunque la administración central parece la más apurada y agobiada en dar grandes pasos, concretar logros y proyectar una verdadera transformación del estado.
¿Pero alguien se ha preguntado que tanto han cambiado las cosas en Puebla?
Y aunque es evidente que las cosas no se pueden transformar en un instante, sí es necesario que la transformación del estado se haga de forma paulatina, gradual, constante, firme y efectiva.
No hay duda que el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas está empeñado en un plan grande, en construir una mejor entidad. Ojalá que el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, ponga la parte que le toca para aportar y favorecer ese gran cambio.
Ojalá que los tres poderes de gobierno caminen por el mismo rumbo, y que lo mismo suceda en todas y cada una de las dependencias del gobierno, en seguridad, particularmente, donde tal vez se requiere más atención.
Ojalá que la inseguridad, la corrupción y la impunidad en Puebla terminen, ojalá que desaparezcan, o al menos disminuyan en gran medida, del territorio poblano.
Y el comentario surge a raíz de un accidente registrado ayer, justo en la parte de atrás de la sede del Congreso del Estado, en la 3 poniente.
Resulta que alrededor de las 12 del día de ayer el chofer del diputado local priista, David Edgardo Huerta Ruiz, arrolló a una persona que conducía una bicicleta. Su imprudencia fue tan grave que el afectado, de nombre Jorge Arturo Bazán Valle, salió proyectado por lo menos 5 metros al momento del golpe.
El empleado del legislador conducía una camioneta Jeep Unlimited 2011 Sport 4×4 AT (placas TXD 1355), color beig, misma que quiso manejar de reversa como si fuese un piloto de fórmula uno. Lo que nunca tomó en cuenta es que ni es piloto, ni sabe conducir con precaución, ni mucho menos las calles del centro histórico son una pista de carreras.
Los hechos se dieron exactamente frente a la llantera de Sears -por donde un servidor circulaba- por lo que pude ser testigo de los hechos y, desde luego, de la ligereza con la que el trabajador de David Huerta conducía su vehículo último modelo, con valor, por cierto, de casi medio millón de pesos (409 mil 900 pesos).
De inmediato, como muchas otras personas que estuvieron como testigos de los acontecimientos, intenté pedir una ambulancia por teléfono y llamar a la policía para que detuvieran al responsable del siniestro.
En la confusión por tratar de ayudar al afectado, el personal del Congreso se percató del accidente provocado por el empleado de David Huerta y de inmediato corrió a hablar con el sujeto, quien pocos minutos después fue protegido por otros colaboradores del mismo legislador.
Un sujeto de chaleco negro, con bigote y bajo de estatura le exigió a dos agentes de la policía proteger a su compañero debido a que se trataba del chofer de un diputado, lo mismo hizo una persona de traje, moreno y de complexión robusta. Cosa que en todo momento ocultaron tanto los uniformados como los empleados de David Huerta.
Por supuesto estos sujetos negaron conocer al imprudente conductor, incluso personalmente me acerque a preguntar si trabajaban en el Congreso y me respondieron que no. Cosa que posteriormente dejaron ver porque se introdujeron en el propio recinto legislativo y todo lo reportaron por teléfono.
Ya después se supo quienes eran estos sujetos, cómplices de la impunidad, la arbitrariedad y el abuso de poder, desde luego.
La familia de Jorge Arturo Bazán llegó al lugar, uno de sus hermanos preguntó quien había sido el responsable y les exigió a las autoridades la licencia de conducir y/o la credencial de elector del chofer del diputado, cosa que los gendarmes negaron bajo el argumento de que él no era una autoridad para mandarlo.
Lo grotesco del caso fue la actitud de la policía, del oficial que vigiló en todo momento al sujeto, la cual fue grosera. Y es que, además, el supuesto servidor público le advirtió al hermano del afectado que se calmara, que ya tenían en resguardo al responsable de haber atropellado a su hermano.
Le exigió, también, respeto y que no hablara en un tono vulgar porque había mucha gente.
El ambiente, entonces, se tensó porque ni los cuerpos de rescate, ni de seguridad llegaban y ya habían pasado casi 20 minutos después del accidente.
Los testigos de los hechos gritaron, se arremolinaron hacia el sujeto, lo señalaron y dos policías municipales siempre lo protegieron hasta que la patrulla T601 lo rescató.
¿Esa es la Puebla que queremos?
¿Esas son las autoridades que nos cuidan y protegen? ¿Las que se suman a la ilegalidad y al exceso?
El diputado David Huerta, por supuesto, nunca se presentó en el lugar de los hechos. Alguno de sus subordinados, incluso, murmuro: “pero si no pasó nada, al fin y al cabo ni se murió”.
Así que analice, ¿esa es la Puebla que queremos?
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